Gata y gato
Este dibujo fue un regalo que le hice a Isabel. Fui mucho rato con el papel en una mano y el pincel en la otra detrás de Bruxa, la gata tricolor, para tratar de captar el color de su pelo, mucho más complicado que el de su hermano.
Sólo las gatas pueden ser tricolores, o dicho de otra manera, si alguien ve un gato de color negro, naranja y blanco (con sus variaciones) a la vez, puede estar seguro de que es una gata (existe una posibilidad de que uno de cada 3.000 tricolores sea gato, pero no será fértil).
Los celtas procuraban tener siempre una gata tricolor como mascota y como talismán a bordo de los barcos. La tríada mágica tan antigua y de tantos nombres para una misma realidad, el triskele o trisquel. Hécate, la diosa de las tres caras, diosa de la luna, de las lechuzas y del tejo. El pasado, el presente y el futuro, representado por las tres Moiras o las tres Filaderas aragonesas (hilanderas), en esencia la madre, la hija y la nieta ( o la abuela, la madre y la hija). A su vez, ellas simbolizan el permanente fluir de la vida. Si te paras a pensar, por todos los sitios encuentras tríadas, sobre todo en la mitología. En mi tierra (a la que algunos parece que atribuyen una historia reconocida sólo desde el muy católico Rey Fernando, o sea, lo justo para casarse con Isabel y ser los causantes de la unidad de España) la abundancia de referencias al tres y sus múltiplos es una prueba más de su rico pasado, que incluiría antiguos pueblos celtas, iberos, vascones... Por ejemplo, la leyenda de las tres Sorores, As tres Serols, transmitida con una evolución lógica en la que terminaron siendo tres santas sacrificadas por los bárbaros, pero que en su origen, muy probablemente, se trató de una mitología en la que se contaba la caída de la antigua diosa triple ante la invasión de las creencias dominadoras. La leyenda de las Tres moras serpientes de Siresa, la de los tres Chigans Gratal, Guara y Gabardón... en cuanto al arte y la simbología antigua, la hexafolia, la flor solar de San Chuan de seis pétalos, tan repetida en tallas de piedra, madera y hierro, no es sino una multiplicación del mágico número tres.
La gata Bruxa (bruja, en aragonés y en gallego) es tres veces gata, por cada uno de sus colores, enternece cuando desea cariño, me llena de serenidad cuando sueña sueños de tejados y árboles que llegan a la luna, y... bueno, también es capaz de sacarme de mis casillas cuando decide no parar de maullar, rascar el sillón de la bisabuela, pasearse por encima de la cabeza cuando uno está en el mejor de los sueños, o por encima del teclado echando a perder el color digital que acabas de terminar sin haber guardado a tiempo. Luego te mira, y todo se olvida, porque los ojos de un gato encierran el misterioso poder heredado de los maldaus más antiguos.
7 comentarios
Lilian Marcano -
Chema -
Muy buena la frase, que en tu casa (como en la mía) es totalmente cierta.
Un saludo y gracias por darnos a conocer el enlace a entre nómadas, un blog muy recomendable que no conocía.
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*He enlazado mi nombre a una imagen del cartel, para que se sepa de qué hablamos.
Julia -
Estupendo blog, muy bonito.
Me despido con un
"La casa es de mi gato, yo sólo pago la hipoteca"
Saludos,
Nómadas
Chema -
yeyo -
Un saludo.
Chema -
Luisa -