Aragón Misterioso y los decapitados del Ebro
Un nuevo capítulo de Aragón Misterioso se emite en Aragón Televisión éste sábado justo antes del partido de fútbol entre el Zaragoza y el Barcelona, a las 21 horas. En el capítulo 6 de Aragón Misterioso les contamos qué o quiénes son, cómo actúan y dónde viven los duendes, seres mágicos de la fantasía popular aragonesa. Escucharemos a Arturo Grijalba Torre, testigo directo de los sucesos extraordinarios que se atribuyeron al ‘Duende de Zaragoza’. Y conoceremos la leyenda sobre el origen del nombre y los símbolos de la ciudad de Teruel: el toro y la estrella. Entrevistamos además a los escritores José Antonio Adell y Francisco Lázaro.
Del programa anterior os pongo el dibujo que hice sobre los mártires del Ebro y es que siempre me han impresionado las leyendas hagiográficas y sobre todo sus representaciones pictóricas. Hay un curioso denominador común en algunas leyendas relacionadas con el Ebro: las historias de los decapitados. Debió de ser costumbre arrojar las cabezas de los ajusticiados al cauce del Ebro, a juzgar por la abundancia de este tipo de leyendas. La cabeza del mártir Frontonio fue arrojada al Ebro, pero navegó contracorriente hasta la desembocadura del río Jalón y fué a parar a la Villa de Épila, de la que es el patrón. Emeterio y Celedonio fueron mártires decapitados en Calahorra, sus cabezas fueron tiradas al río Ebro, flotaron hasta el mar, dieron la vuelta a la península, y aparecieron en la playa del Sardinero, en Santander, de donde son patrones.
San Lamberto, además de decapitado, es cefalóforo. Esto significa que anduvo erguido y sin cabeza, o mejor, con la cabeza sujeta por sus propias manos. En una ponencia de médicos neurólogos que buscaban un santo patrono, calcularon que Lamberto debió de recorrer de esa guisa una distancia no menor de un kilómetro, aunque algunos hablan de incluso ¡cinco kilómetros! La historia, resumida, cuenta que en tiempos del emperador Diocleciano y su prefecto Daciano se estableció en Cesaraugusta un terrateniente llamado Cayo, que tenía su villa en las afueras de la ciudad, es decir, al otro lado del río. Entre sus criados estaba un cristiano llamado Lamberto. Por miedo a las represalias de Daciano, trató de convencerle para que renunciara a sus creencias, pero éste se negó. Así que, ni corto ni perezoso, sacó su espada y Cayo sajó limpiamente la cabeza de su criado Lamberto. Pero éste la recogió aún antes de caer al suelo y con ella entre sus brazos comenzó a andar rumbo a la ciudad, precedido por los bueyes con los que estaba arando en el momento de su muerte. Cruzó el río y se fue al lugar donde ardían los cuerpos de otros muchos cristianos mártires. Y aquí es donde la leyenda entronca con la de Santa Engracia, pues a ella y a sus inumerables amigos también los estaban torturando y quemando junto a los cuerpos de otros malechores, pero el milagro sucedió, y mientras las cenizas de éstos se ennegrecieron, las de los martires se transformaron en una masa blanca, y de ahí que a la iglesia de Santa Engracia se la llame la de las Santas Masas.
Para terminar, os aconsejo que miréis hacia la cúpula pintada por Goya en el Pilar y tratéis de descubrir a San Lamberto, es impresionante.
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