Feria del Libro de Zaragoza: aventuras y desventuras de una inauguración
José Luis Acín me invitó a la inauguración de la Feria del Libro, y allí fuí, en contra de mi costumbre de evitar en lo posible actos institucionales. Me metí en la carpa vacía pensando que había llegado tarde, o demasiado pronto. Un señor de la organización muy amable me explicó que las autoridades estaban por allí afuera y que primero era el acto y luego ya se visitaba la carpa con la exposición homenaje a Rosendo Tello. Así que fuí detrás de las autoridades, pero no me acerqué mucho. Estuve saludando a Ellian que me presentó a Rafael Artal y a Diego (siento no recordar su apellido) que iban a trabajar en el Centro del Libro. José Luis Acín se acercó a comunicarnos que comenzaba... ¡el paseíllo! Traté de seguir a la comitiva pero enseguida me perdí en la zona de la cafetería Vips, cogiendo unos marcapáginas (la chica que me los dió me dijo que la cara del gato le daba un poco de miedo), así que decidí aprovechar para acercarme a ver la exposición sobre Cómics en Caja Madrid. Pero me entusiasmó tanto que debí estar demasiado tiempo allí. Luego ya no fuí capaz de encontrar a los inauguradores. En la carpa no había nadie, estaba cerrada, pensé que se me había hecho tarde y todo habría terminado ya. Hoy, leyendo el blog de Antón Castro, me entero de que el acto era en la CAI (otros años era en el Paraninfo y yo creí que éste iba a ser en la carpa). O sea, que me perdí el discurso de Soledad Puértolas que era lo que más me interesaba. Hoy los periódicos sólo han reflejado extractos y no encuentro el discurso completo en ningún sitio, quizá Antón Castro, si lo tiene, pueda colgarlo en su blog o el Centro del Libro en su página web... sirva ésto como petición. Recuerdo que hace muchos años yo colgué en una página de mi web el discurso íntegro del ingreso de Ana María Matute en la RAE y todavía hoy me llegan correos de gente que lo ha leído y agradece que esté allí, de hecho, si lo buscas en Google aparece en segundo lugar detrás de una entrevista en El Mundo (y es que leer "En el bosque. Defensa de la fantasía" merece la pena, la verdad).
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